Nebulosa Planetaria Dumbbell (M27, NGC6853)
Casi todos los elementos químicos de los que estamos hechos, como el oxígeno (O), el carbono (C), el nitrógeno (N), el calcio (Ca) y el hierro (Fe), no existían en el origen del Universo. Se generaron progresivamente en el interior de las estrellas como residuo de las reacciones de fusión nuclear que les permiten brillar. Es por ello que podemos afirmar que “somos, literalmente, polvo de estrellas”. Durante las fases finales de las estrellas de pequeña y mediana masa (menos de ocho veces la masa del Sol), estos elementos atesorados en su interior son esparcidos al medio interestelar en un proceso más o menos violento, dando lugar a estructuras denominadas Nebulosas Planetarias. En su centro quedará el núcleo extremadamente caliente de la estrella, que pasará a llamarse Enana Blanca, y que suministrará energía mediante radiación a sus capas exteriores mientras se expanden, extinguiéndose paulatinamente en tan solo unas decenas de milenios. Comienza aquí el nuevo ciclo cósmico, donde nuevas estrellas y exoplanetas se formarán gracias a la existencia de estos nuevos y excepcionales elementos químicos.
La nebulosa planetaria Dumbbell se encuentra aproximadamente a unos 1.250 a.l. de distancia y mide entre 1 y 1,5 a.l. de diámetro. Es una de las mayores y más brillantes nebulosas planetarias conocidas, siendo la primera en ser catalogada por Messier en 1764 como M27. El particular nombre de estos objetos astronómicos, que nada tienen que ver realmente con los planetas, se debe a que su apariencia es similar a los planetas gigantes gaseosos, vistos a través de los telescopios del siglo XVIII. Se estima que M27 comenzó su fase de transición entre gigante roja y nebulosa planetaria hace unos 10.000 años, y el núcleo de la misma aún está evolucionando a una enana blanca estable. Esta nebulosa planetaria ilustra que la fase final de la vida de una estrella aproximadamente la mitad de masiva que la nuestra no tiene nada de especial. El Sol, en 5.000 millones de años, acabará igualmente su combustible, se expandirá como una gigante roja devorando en el proceso los planetas interiores del Sistema Solar y acabará expulsando sus capas exteriores al espacio, dejando en su centro el núcleo de la estrella, una enana blanca.
Dumbell resulta especialmente llamativa por sus intensos colores. Cuando dispersamos la luz de una estrella (como puede ser el Sol), obtenemos todos los colores del arco iris, pero, cuando dispersamos la luz de este objeto, conseguimos solo unos pocos ya que son zonas ricas en determinados elementos químicos como el oxígeno (O) o el azufre (S). Estos elementos absorben la energía radiada por la enana blanca y la emiten exclusivamente en las longitudes de onda (colores) propios de sus espectros: un “azul turquesa” a unos 500nm y un rojo intenso a unos 672nm. Por ello, aunque pueda resultar chocante a nuestra vista, este es aproximadamente su “color real”.
El mapa estelar muestra la región del cielo fotografiada entre las constelaciones de la Flecha y de la Zorra.
La imagen es el resultado de sumar 8 exposiciones de 600s en cada uno de los 3 filtros anchos R(rojo), G(verde) y B(azul); más 12 exposiciones de 1.800s en cada uno de los 3 filtros estrechos Hα, SII y OIII; y 21 exposiciones en el filtro L(luminancia) con el Astrógrafo Sky Treasure Chest (STC) de la UC3. Autor: D. López ©IAC